No es necesario que el niño sea un sabio para seguir la Misa; pero lo es que sea espiritualmente libre. Es decir, la instrucción no debe confundirse con la práctica del culto. El misal debe ser para el niño, como para nosotros, una pura y simple reproducción del texto litúrgico: y la parte de enseñanza instructiva se debe reservar para el atrio o para un momento distinto del de la asistencia al rito.